Blanqueo insólito en los bancos: dinero en valijas, billetes con olor a cebolla y dólares manchados con humedad
Las transacciones con dinero físico abarrotaron las sucursales bancarias en los últimos dos meses. La recepción de billetes se multiplicó por 20 para no quedar afuera de la regularización de activos.
El blanqueo de capitales lanzado por el gobierno de Javier Milei resultó un éxito en cuanto al regreso de dólares al sistema financiero.
Las autoridades estiman que cerca de USD 15.000 millones en efectivo se estarían regularizando con la etapa 1 del plan que cierra el 31 de octubre. De hecho, y por pedido de numerosos bancos y estudios contables, éste extendió por dos meses debido al gran interés generado por el Régimen de Regularización de Activos.
El punto es que la tenencia de dólares “cash” es un hábito que desarrollaron los argentinos para defenderse de eventuales confiscaciones de depósitos, saltos devaluatorios del tipo de cambio y escaladas inflacionaria que arrasan con el ahorro.
Dado que la economía argentina convive con una tercera parte de su actividad “en negro” y han regido controles al dólar en nueve de los últimos 13 años, esta práctica infrecuente en el mundo es masiva en nuestro país.
Con el blanqueo las sucursales bancarias se encontraron súbitamente con una enorme masa de billetes, muchos atesorados por o años o décadas, y tienen que ser aceptados y almacenados.
Desde una entidad privada comentaron que las situaciones insólitas de ahorristas que almacenaron su efectivo por necesidad pero sin criterio alguno, como “el caso de una persona que fue a la sucursal con un frasco de mermelada atiborrado de billetes de un dólar “.
También “un ahorrista que trajo billetes con olor a cebolla”, por el precario escondite al que habrá apelado para mantener su tenencia a resguardo.
“Un cliente vino a depositar y tenía todos los billetes sucios. Empezaron a contar todo y se los empezaron a rechazar. Dijo: ‘cancelá el depósito’.
Se llevó todo a su casa, puso todo en una mesa, los limpió todos con lavandina, los puso a secar con broches como si fuese ropa y los volvió a llevar a la sucursal donde se los tomamos”, describió una fuente.
Sucede que almacenar los billetes requiere condiciones que solo los bancos pueden cumplir, como espacio suficiente, logística acorde y segura para los traslados, temperatura y humedad adecuados para la conservación del papel moneda.
De hecho, hay bancos privados que les cobran a sus clientes cinco dólares por cada mil cuando depositan los billetes en una sucursal que no es la asignada a la caja de ahorro, solo por los costos de almacenamiento y traslado.
Por estas razones descriptas el Banco Central pidió a los bancos que a partir de agosto empiecen a aceptar del público billetes manchados, escritos o dañados por cualquier forma.
Para evitar resistencias, el costo de enviarlos a la Reserva Federal de Estados Unidos para recuperar su valor no será asumido por el por las entidades financieras sino por la propia autoridad monetaria.
Esta normativa buscó sobre todo que los dólares “cara chica”, de ediciones anteriores, sean depositados en los bancos sin ser rechazados. Por usos y costumbres, muchos bancos, casas de cambio o “cuevas financieras” no aceptan o toman a menor valor los billetes viejos porque aseguran que en el mercado valen menos, una condición que hasta la propia Fed de los EEUU negó.